Editorial Mi Voz: Javiera Parada, ¿traición o convicción?

29 Abril 2021
Javiera Parada es, por cierto, sujeto de crítica como todas y todos en política, y en este trance con mayor razón; pero nadie es quien para, en nombre de quizás qué “santa inquisición”, juzgarla desde una pretendida superioridad moral.
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Editorial Mi Voz: Javiera Parada, ¿traición o convicción?

En los momentos más desafiantes del mundo y de Chile en muchos años, asistimos a uno de los cuadros más lamentables de liderazgo y grandeza política de nuestra historia. Una clase política de Chincol a Jote que, ha demostrado consistentemente no estár a la altura, llenos de “agenditas particulares” cómo si Chile tuviera crédito para aquello. Citando a Jorge “Pirincho” Navarrete en una reciente columna: “Si todavía creemos que la principal función de nuestras autoridades y políticos es encauzar y contener este dificil momento, hay una trágica conclusión: La solucón del problema está en manos del problema”.

La pérdida de confianza ciudadana en los partidos políticos en Chile puede tener que ver con que se les percibe como estructuras que pasan por encima de la dignidad de las personas, que en la defensa de la causa desdeñan el pensamiento crítico y exigen estricta consecuencia en base a verdades asumidas como fe partidaria. El resto, lo que ocurre por fuera de esas verdades, es catalogado como traición. Pero somos seres humanos y nos es inherente la contradicción y la paradoja. No existe la coherencia y la integralidad de un mundo constante es la ambición de solo algunos y se asemeja a los credos. La política laica es el debate de opiniones, la conflictividad, la gestión de la diferencia. Ese es el espacio vital de la política, que se alimenta, sin duda, de nuestra contradicción y sospechas, que son consustanciales al cambio permanente.

La política es contradicción, es debate interno, es pregunta y respuestas, pero respuestas con más preguntas. Es la vida misma y la manera en que se gobiernan los seres humanos colectivamente. No se puede ir al parlamento ni a la convención constitucional a imponer una posición, mejor sería ir disponible a seducir, ser persuadido e incluso cambiar de opinión ¿pero será eso posible? Si creemos que el ser en colectivo admite diferencias, y que más y más diversas cabezas piensan mejor que una, no parece dable abandonar la conciencia de la conflictividad de la política, del respeto a la opinión ajena y del cambio. Pero en Chile el cambio se castiga social y políticamente, “darse vuelta la chaqueta” es para escarnio público, ahí se rompe la política.

¿Se puede jugar solo en política?

Javiera Parada, que tras una carrera política en la izquierda y su conocida ex militancia en Revolución Democrática, novel Partido que la sacrificó en aras de una supuesta ética superior, resolvió, con evidente derecho en su autonomía, apoyar la candidatura presidencial de Ignacio Briones, de Evópoli, un sector con apego a la democracia y libre pensador, pero a todas luces defensor de un modelo y visión que nos tiene una perfecta imperfección, divididos, ad portas de un posible nuevo estallido social.

La aparición de Javiera en apoyo de Briones transmite soledad. Da la idea de que ella juega sola, no en equipo, pues tras años de representar a un sector, de pronto aparece en un lugar sustancialmente diferente. En política resuenan mucho los actos que no rinden cuentas, que se desmarcan y no se deciden en colectivo. Tras su salida de Revolución Democrática, su pasar como “llanera solitaria” y actual aparición en la campaña de Ignacio Briones, parece que estuviera arrojada a escribir su liderazgo político personal, haciendo gala de un estilo individualista, espacio en el que también se debilita la política.

La política es esencialmente colectiva, como un deporte que se juega en equipos, y sus dinámicas son el diálogo, la negociación, el debate, el conflicto, entre otras que no pueden ser individuales. Se hace en manadas que toman los nombres de movimiento social, asamblea, partido político, lote, facción, coalición y pacto. Se tilda de personalista a un liderazgo para apuntar defecto o debilidad, asociándolo, además, al populismo en tanto forma indeseable de ejercer o buscar el poder. 

¿Pero serán justas tales interpretaciones?

Si bien las acciones personalistas y el actuar individualista no cohesionan, no unen ni negocian, ella podría tender un puente, ser un canal de comunicación que articule dos mundos que no se tocan ni se hablan, mas eso no es lo que pasó, sino todo lo contrario, hasta ahora la consecuencia ha sido una polarización tremenda en torno a su caso, que pareció profundizar la brecha y levantar una muralla de insultos y lamentos en redes sociales. 

Javiera Parada es, por cierto, sujeto de crítica como todas y todos en política, y en este trance con mayor razón; pero nadie es quien para, en nombre de quizás qué “santa inquisición”, juzgarla desde una pretendida superioridad moral.

Finalmente, su peculiar apuesta por unir a Chile desde la candidatura Briones, es válida y sentida por muchas y muchos en la sociedad, como la son otras también. Solo el tiempo dirá si en tal apuesta por hacer conversar a mundos distantes desde tal rincón persevera y llega a buen puerto.

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Imagen: Huawei / Agencia Uno

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