2014: Más desigualdad y más influencia de las potencias emergentes

2014: Más desigualdad y más influencia de las potencias emergentes

10 Enero 2014

En 2014 seguirá la tendencia más importante en el mundo desde hace una década: el ascenso de las potencias emergentes y el sostenido declive de la influencia de EEUU y Europa. 

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Por Mariano Aguirre, director del Centro Noruego para la Construcción de la Paz (NOREF), en Oslo. 

¿Se está desplazando el centro del poder del Norte hacia el Este? ¿Está China en condiciones de sustituir a Estados Unidos en el liderazgo global? Estas son dos de las principales preguntas que seguirán abiertas en 2014 pero pienso que teniendo en cuenta que la crisis económica y financiera está reposicionando a países y regiones, en los próximos meses podríamos avanzar en dos direcciones: hacia un mundo multipolar, por un lado; y un mundo más desigual, por otro.

La crisis que estalló en 2008 no es global sino que afecta fundamentalmente a los países denominados del Norte. Pero tiene impacto en todo el mundo, por ejemplo, disminuyendo los ingresos de millones de inmigrantes que trabajan en el Norte (o en países ricos como Arabia Saudita) y que han reducido sustancialmente las remesas hacia sus países de origen. La crisis ha disminuido también los fondos de ayuda al desarrollo del Norte hacia el Sur (y el Este), restando poder a Estados Unidos y Europa. A la vez, China, Rusia y los emergentes están ocupando un espacio creciente en este campo.

Egipto, los peligros de la ‘primavera árabe’

Entre las diferentes crisis que se presentan en el sistema internacional, la asociada a la “primavera árabe” está evolucionando en peligrosas direcciones, ninguna de ellas hacia la democracia, y pone en evidencia algunas de las tendencias y desequilibrios de poder internacionales.

Las fuerzas armadas egipcias han decidido tomar de forma abierta el control absoluto, que nunca abandonaron, de la política y la economía. La ilegalización de los Hermanos Musulmanes, las duras condenas a otros sectores críticos y los cambios introducidos en la futura Constitución indican que en el país considerado líder en la región se ha cortado radicalmente el proceso democrático.

La influencia que tenía Estados Unidos sobre el depuesto gobierno de Hosni Mubarak se ha evaporado. Los militares egipcios exigen implícitamente a Washington que continúe dándole la masiva ayuda militar que provee desde hace décadas, y a Europa inversiones y apoyo político, a cambio de nada excepto una dudosa estabilidad.

En 2014 habrá más represión mientras que los Hermanos Musulmanes oscilarán, y posiblemente se dividirán, entre replegarse en una estrategia de supervivencia clandestina o utilizar la violencia. Algunos expertos alertan que la represión a los islamistas en Argelia en la década de 1990 fue en parte el germen del nacimiento de al-Qaeda y otros movimientos radicales. La persecución a los Hermanos Musulmanes podría tener un resultado similar.

Libia, la fragmentación

El caso libio es una muestra de los problemas que puede acarrear un cambio veloz y violento con intervención internacional de un régimen autoritario cuando no hay una sociedad civil y estructuras políticas para sustituirlo. También aquí ni Estados Unidos ni Europa tienen control e influencia sobre la situación. La tensión entre centenares de milicias –unidas por el nacionalismo y el anti-americanismo– y el débil estado central continuará, a pocos kilómetros de las costas europeas, amenazando el suministro de petróleo y aumentando el número de inmigrantes a través del Mediterráneo.

La fragmentación en Libia agudiza la preocupación sobre el futuro de Siria. Las posibles negociaciones de paz que Naciones Unidas, Estados Unidos y Europa esperan iniciar en Ginebra a finales de enero chocan contra la fragmentación violenta de la oposición y el fortalecimiento del régimen de Bashar al-Assad. Posiblemente la guerra continuará, con enfrentamientos entre grupos radicales suníes aliados con al-Qaeda y organizaciones armadas más moderadas, y todos contra el gobierno de Damasco.

Irán, Rusia y Arabia Saudita son los principales jugadores externos en la guerra en Siria, mostrando las limitaciones de Estados Unidos y Europa. Líbano y Jordania sienten a través de la masiva presencia de refugiados el impacto de esta guerra. En Líbano, particularmente, se agudiza la violencia sectaria entre sectores contrarios y favorables al régimen sirio y Hezbolá.

Rusia e Irán, ganando terreno

Rusia e Irán han ganado posiciones en Oriente Medio en 2013 y proseguirán avanzando este año. Moscú por haber impulsado el acuerdo para la eliminación de las armas químicas sirias. Este paso es parte de la estrategia del presidente Vladimir Putin de resituar a su país como una potencia mundial. Mantener la seguridad durante los juegos olímpicos de invierno será uno de sus mayores desafíos, confrontándose con los grupos jihadistas radicales de Chechenia.

Irán, por su parte, continuará el deshielo con Estados Unidos profundizando el preacuerdo alcanzado en 2013 para poner su programa nuclear bajo control internacional y no producir armas de este tipo. Parte del Congreso de Estados Unidos y los sectores radicales iraníes se opondrán a este paso, pero la combinación del pragmatismo del nuevo liderazgo iraní con una posible firmeza del presidente Barak Obama frente a los opositores podría producir uno de los mayores cambios en décadas en Oriente Medio.

Para Rusia e Irán se abren amplios campos económicos, comerciales y diplomáticos en la región. China también está ampliando su influencia en la región, estableciendo vínculos tanto con Israel como con Irán y Arabia Saudita. Por su parte, Turquía, pese a su crisis política interna, estrecha sus lazos con Irán y tratará de volver a su política de “conflictos cero” con sus vecinos, con el fin de mantener el poderoso mercado regional que ha creado en la última década.

Iraq, aún más violencia

El año ha comenzado con una poderosa ofensiva de grupos armados suníes y al-Qaeda en Iraq. Se trata de los mismos grupos que están operando en Siria, y que tratan de crear una franja de desestabilización. El gobierno iraquí, acusado de favorecer sectariamente al sector chiita de la población, tratará de controlar la insurrección con la ayuda militar de Estados Unidos, pero el país continuará con la escalada violenta mientras le ronda el fantasma de la fragmentación en tres partes: la sunita, la chiita y la kurda.

Curiosamente, Estados Unidos e Irán se encuentran alineados contra el radicalismo sunita aliado con al-Qaeda que asola a Siria, Iraq, Líbano, Yemen y Afganistán. A principios de enero del nuevo año tanto Teherán como Washington ofrecieron ayuda militar al gobierno de Bagdad para combatir la insurgencia.

La capacidad creciente de los actores locales, estatales y no estatales, de operar regional y globalmente será la principal tendencia en 2014 en este mundo multipolar e imprevisible.

Palestinos, desconfianza en el proceso de paz

Por el lado positivo, resaltan dos procesos de paz en marcha que podrían dar resultados en el nuevo año: el colombiano y el israelo-palestino, si bien sobre el del gobierno colombiano y las FARC hay grandes esperanzas y datos que indican que se podría llegar a un acuerdo en 2014 mientras que en el caso de Israel-Palestina las predicciones son pesimistas, pese al esfuerzo del secretario de Estado John Kerry.

El gobierno de Estados Unidos está tratando alcanzar un acuerdo de mínimos, un marco de referencia, que satisfaga a las dos partes. Pero Israel continúa ocupando tierra palestina mientras que reivindica controlar militarmente el valle del río Jordan. Tampoco quiere ceder la parte oriental de Jerusalén para que ahí se establezca la capital de un eventual estado palestino.

A la vez, la Autoridad Palestina es débil y está enfrentada a Hamas, que controla la franja de Gaza. La reconciliación entre Fatah y Hamas se encuentra estancada. En el caso que se llegue a un acuerdo, sería limitado y controvertido, con poco apoyo social entre las dos sociedades, y difícilmente conducirá a su profundización.

Proceso de paz gobierno colombiano y FARC, la esperanza

La principal diferencia entre el proceso israelo-palestino y el colombiano radica en que las FARC y el gobierno del presidente José Manuel Santos tienen la intención política de alcanzar la paz, mientras que Israel negocia para satisfacer limitadamente a Washington, y los palestinos se sientan a la mesa de diálogo desconfiando que, una vez más, de aquí no salga nada que les beneficie.

Si bien las negociaciones en La Habana entre las FARC y el gobierno colombiano se están extendiendo más allá de lo previsto, los datos son promisorios. Si se alcanza un acuerdo el gran desafío será la implementación del mismo, en terrenos tan complejos como la relación entre justicia y paz, una distribución y uso diferente de la tierra, la reintegración de combatientes o rendir cuentas sobre violaciones de derechos humanos.