Aumento de Tasa de Participación Femenina en el Trabajo: No todo lo que brilla es oro

Aumento de Tasa de Participación Femenina en el Trabajo: No todo lo que brilla es oro

30 Enero 2012

El panorama para el año 2012, no se ve muy positivo para las mujeres, dado que el impacto de la crisis económica mundial debería repercutir sobre todos aquellos empleos informales que han abundado en el último tiempo.

Observatorio Gé... >
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Mucho se ha dicho sobre la baja tasa de participación de las mujeres chilenas en la fuerza de trabajo, en comparación a los países de la OCDE y de sus pares latinoamericanas. Por varios años hemos escuchado distintas explicaciones que sustentan este diagnóstico y algunas ideas para revertir este fenómeno, considerando que cada vez existe un mayor número de mujeres que son jefas de hogar y por tanto, su ausencia del mundo del trabajo trae aparejado importantes consecuencias para la sobrevivencia de aquellos hogares.

Por ello, las autoridades han celebrado el aumento en la tasa de participación femenina observada en los últimos 21 meses. Mientras en el trimestre enero-marzo 2010, un 44,3% de las mujeres mayores de 15 años tenía un empleo o buscaba uno activamente (desempleadas), en septiembre-noviembre 2011 (última medición de la encuesta de empleo del INE), la tasa de participación alcanzaba un 47,7%.

Sin embargo, aquí no se trata de aumentar la tasa de participación a cualquier costo. Un incremento sustentable de la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo tiene que ir de la mano con empleos estables, de mayor calificación y más protección. Pero en este período ha ocurrido todo lo contrario.

De los 580 mil empleos que se han creado en los últimos 21 meses, el 60% corresponde a mujeres (343 mil). No obstante, sólo el 37% es empleo asalariado, y lo que resulta aún más preocupante es que todos son trabajos tercerizados, vale decir, subcontratación o servicios temporales y suministros. El resto es cuenta propia, casi en su totalidad de jornada parcial y baja calificación (43%), servicio doméstico (12%), familiar no remunerado (5%) y empleadoras (3%).

Además, en los últimos dos trimestres, las mujeres subempleadas (se define como aquellas que tienen un trabajo por 30 o menos horas, quieren trabajar tiempo completo, pero no encuentran ese tipo de trabajo) han alcanzado el valor más alto desde que es posible medir este fenómeno (enero-marzo 2009), superando las 400 mil. Esto resulta bastante significativo, considerando que se registran 3 millones de mujeres ocupadas, por tanto, el subempleo femenino representa un 13%, mientras se observa 4,5 millones de hombres ocupados y 309 mil subempleados, lo que equivale a un 6,8%, o sea, la mitad en relación a las mujeres.

Por ello, no es de extrañar que al mirar la Tasa de desempleo Integral (que, tal como se recomienda internacionalmente, ajusta la tasa de desempleo oficial por desaliento -aquellas personas que aparecen como inactivas, pero que aceptarían inmediatamente un empleo si se los ofrecen, sólo que no lo estaban buscando por desmotivación- y subempleo), que Fundación SOL calcula mes a mes, esta llegue a 15,7%, lo que comparado con el 8,8% oficial, representa casi 7 puntos porcentuales más. La tasa oficial e integral de desempleo para los hombres en cambio, es de 5,9% y 9,6% respectivamente.

Finalmente, según datos de la Encuesta de Ocupación y Desocupación de la Universidad de Chile, en el Gran Santiago, entre septiembre 2011 y 2010, mientras la participación de las mujeres subía 2,1 puntos porcentuales, la desigualdad subió en 8% (medida como la diferencia entre las mujeres del 10% más rico y el 10% más pobre). En resumidas cuentas, no basta con crear cualquier tipo de empleo.

El panorama para el año 2012, no se ve muy positivo para las mujeres, dado que el impacto de la crisis económica mundial debería repercutir considerablemente sobre todos aquellos empleos inestables, informales y desprotegidos que han abundado en el último tiempo, los cuales tenderán a evaporarse y con ello se sincerará la real situación de las mujeres en la fuerza de trabajo. Si a esto sumamos la actitud del Gobierno, que durante estos casi 2 años, no ha querido entrar al debate sobre la calidad del empleo, resulta fundamental mantener un permanente monitoreo de las cifras.

Por Marco Kremerman, Investigador Fundación SOL. (columna escrita para el Observatorio de Género y Equidad, Boletín Enero 2012)