Buenas conversaciones, buenos futuros
Carlos Massardo: El adiós más amargo
Carlos Massardo: El adiós más amargo
La fecha que no olvidaré será el 31 de agosto de 2020, cuando me enteré de su muerte de forma repentina, brutal, devastadora, como duelen las muertes de aquellos pocos hombres íntegros y humildes a toda prueba.
Iván Ávila >
authenticated user Corresponsal Corresponsal CiudadanoPor Iván Ávila Pérez. Periodista, escritor y guionista.
No recuerdo la fecha exacta en que conocí a Carlos Massardo Prado, pero sí sé que nos relacionamos por más de veinte años, desde aquellos días en que su presencia era frecuente en los festivales de cine realizados por Adriana Zuanic, pasando por peliagudas transas con libros en la Casa de la Cultura, siempre acompañando a nuestro querido “Tipógrafo Huraño” Miguel Morales, su presencia en todo tipo de eventos culturales y su incansable labor de difusión mediante ArteInformado.
La fecha que no olvidaré será el 31 de agosto de 2020, cuando me enteré de su muerte de forma repentina, brutal, devastadora, como duelen las muertes de aquellos pocos hombres íntegros y humildes a toda prueba. Porque Carlos nunca fue de los que estaba al frente para la foto, aun cuando su desempeño en un proyecto hubiera sido fundamental. Jamás le faltó una palabra de apoyo a quienes más lo necesitábamos en algún momento complicado en lo personal o profesional. No dejaba de preguntar en qué estábamos trabajando, siempre interesado en lo que ocurría con los artistas de la ciudad y lo digo en plural, con toda sinceridad, pues yo no era el único que como si fuera una manda, me sentaba en el café en donde trabajaba, en pleno centro de Antofagasta, a tomarme un cortado grande para compartir con él mis proyectos y recibir sus siempre atinados comentarios, sugerencias y también burlas y chistes. Porque si había otra actitud de caracterizaba a Carlos era su inmutable sarcasmo, el humor negro a flor de piel que nos hacía reír y reflexionar.
Su partida cala hondo entre los que han levantado y mantenido una carrera en las artes desde la independencia y la precariedad, pues nunca fue de los que postuló a fondos estatales o privados. Pero tampoco dejó de prestar sus manos, fuerzas y talento a proyectos que sí recibían estos financiamientos y ahí está su huella indeleble en las obras lideradas por Luis Núñez o en la Feria Internacional del Libro Zicosur, siendo parte fundamental de su crecimiento y desarrollo.
ENAMORADO DE ANTOFAGASTA
Enamorado de Antofagasta, pero sin dejar de lado su visión crítica, Carlitos era un protagonista de la cultura local. Y es desde esa perspectiva que su adiós resulta más doloroso aún, pues el contexto en que se da, me hace pensar en la desprotección en que están los gestores y artistas, sobre todo en regiones, en situaciones de precariedad que se acentuaron desde el inicio de la pandemia y en donde tristemente y a pesar de todos nuestros esfuerzos, no podemos sostener a todos y todas. Y eso duele, porque queda en el aire ese molesto aroma de la injusticia que nos golpea, nos aterra y que se hace carne con tu adiós inesperado, con esta partida repentina que te convierte en otra de esas leyendas en nuestro particular panteón de los héroes de este oasis que sigue luchando por mantenerse con vida a pesar de las vicisitudes y contra todo pronóstico.
Nos quedamos debiendo un último café ahí en el centro, en la librería de Danilo, donde tantas veces conversamos de los divino y lo profano, donde tantas veces me preguntaste y me aconsejaste por lo que escribía. Donde se agradecía tu mano amiga cuando andaba corto de plata y me invitabas un par de cafecitos. Nos quedamos debiendo una última discusión en ese reducto que era nuestra ágora. Nos quedamos debiendo un último vino en La Leonera, la postrera revisión de algún texto, la crítica de una película, ironizar sobre algún verso de los poetas de las ligas mayores, esos que por lo general detestabas… Y nosotros, en este plano, te debemos el recuerdo que tiene que perdurar, el respeto por tu compromiso y humildad, no dejarte en el olvido ni a ti ni a tantos otros que cuidaron e hicieron crecer ese oasis imposible de arte y cultura en este desierto abarrotado de gigantescos hoyos en la tierra, capitalismo desenfrenado, camionetas rojas y cascos blancos.
Carlitos, te debemos la memoria para no olvidar que no nos podemos soltar. Que ante la injusticia, el abandono y el desarraigo, tenemos la obligación de ser uno y exigir dignidad. Pero por sobre todo, te debo las gracias, las mías y las de cientos de amigos y amigas que en estas últimas horas, te han dedicado las más bellas palabras y han destacado lo mejor de tu carácter afable, tu contribución a la cultura y tu incansable labor en apoyo de todo nosotros.