Sergio Triviños, un consumidor antofagastino, fue a un Supermercado Santa Isabel de esta ciudad a comprar algunos productos. Mientras vitrineaba encontró un whisky a un precio de $2.700 y se decidió a comprarlo.

Sin embargo, al pasar por caja le cobraron $3.199, es decir, casi $500 de más. Al preguntarle al cajero por la diferencia de precio, éste en vez de darle alguna explicación, se burló y lo derivó a “Atención al Cliente” del supermercado.

Ante la humillación sentida, primero por no respetarse el precio y luego por las burlas de las que fue víctima, el consumidor decidió exigir sus derechos ante la Justicia, interponiendo la denuncia ante el Primer Juzgado de Policía Local de Antofagasta.

En el juicio, el supermercado Santa Isabel se defendió de las acusaciones señalando que no eran efectivas las acusaciones del consumidor. No obstante, el tribunal ante los antecedentes presentados, determinó que el local comercial cometió infracción a la Ley del Consumidor, pues no se justifica de manera alguna que el precio informado de un producto en las estanterías, vitrinas o góndolas, no se vea reflejado al momento en las cajas al momento de pagarlo. El consumidor confía en que la empresa es profesional y los precios informados son veraces y no es su trabajo estar fijándose en que los valores corresponden.

Finalmente el tribunal condenó al supermercado Santa Isabel al pago de una indemnización de $499 al afectado, esto es la diferencia entre el precio del producto ofrecido y cobrado; además de $150 mil por el daño moral sufrido.

El Director (s) Regional del SERNAC, Marcelo Miranda, explicó que este fallo confirma que los consumidores tienen derecho a que los precios informados se respeten y no se les cobre ni un peso más ni menos. La información del precio es un elemento esencial dado que suele ser uno de los criterios fundamentales que deciden la elección.

La autoridad regional agregó que las empresas deben disponer de manera oportuna el precio de sus productos y servicios, ya sea en vitrinas, anaqueles o estanterías o en los rótulos, a fin de asegurar un correcto conocimiento por parte de los consumidores.

Miranda añadió que cuando sea complejo disponer los precios por cada producto, los establecimientos deben mantener listados de precios disponibles permanentemente para el consumidor, o disponer de medios electrónicos que faciliten esta información.