El show debe continuar

El show debe continuar

17 Enero 2022
Para muchos, estos deberían ser días trágicos, de mucho llanto y pesar por tu partida y no comprenden la alegría que expresamos quienes te conocimos día a día.
Manuel Carmona >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Les contaré sobre una mujer que me enseñó muchas cosas, entre ellas, a tener fe, a sentir el calor nostálgico de un rincón acogedor, a sentirse amado y acogido, a apreciar los detalles y saber adaptarnos a todas las olas de un océano movedizo, donde un día los héroes son repudiados, la violencia es aplaudida y el romanticismo ridiculizado, donde las aves caminan y las piedras vuelan, donde las banderas y emblemas cambian su significado según quien las fuera a abrazar o abrasar; donde las personas se divorcian por WhatsApp y el pensamiento colectivo domina los pensamientos a pie.

Ella me enseño que el amor de pareja, el bonito, el de cuentos reales, puede durar toda una vida y más, que trabajar en equipo es vital en un tablero chino y en la vida. Me enseñó la importancia de la sangre, pero también de la familia que eliges como familia, me enseñó la fortaleza, que la palabra “noble” no se trata de un privilegio ni un papel higiénico, que la fidelidad no termina con la muerte y que la juventud es una decisión que doblega la imposición de arrugas o tendencias.

Eres muy sabia, supiste burlar el dolor muchas veces. Cuando la vida se mostraba más ingrata y hostil, supiste arrimarte al árbol que mayor protección y cariño brindaba, árbol que tú misma sembraste y nombraste con aquella voz que desprecian los pesimistas y conquista a los soñadores: Esperanza. Nunca he visto un amor más abnegado que el de tu semilla y su esposo hacia ti y eso no fue por obligación ni por tradición, sino por el amor que tú misma supiste construir y nunca exigir. Era y es imposible no amarte, ni cuando tuviste 20, ni cuando tuviste 101 años de edad, ni ahora con 102. 

Me enseñaste siempre a avanzar, sin importar lo lento de nuestros caminar, a moverme, a no temerle a los cambios y que uno puede ir descubriendo sus infinitos talentos sin fecha de vencimiento. Fuiste esa abuelita que tejía y entregaba ese calor de chimenea, que cocinaba exquisito y te cobijaba en sus frazadas. Sin perder tu armonía fuiste reinventándote, convirtiéndote en cantautora, elegante bailarina, relatora de innumerables historias, poeta, dibujante, maestra de karaoke, y junto a mis hermanas fuiste una niña más. Hasta tus últimos días (materiales) en este juego llamado vida, expresaste tu opinión. 

Para muchos, estos deberían ser días trágicos, de mucho llanto y pesar por tu partida y no comprenden la alegría que expresamos quienes te conocimos día a día. No los culpo, yo también pensaba que cuando llegara el día de tú “partida” sería un día, meses, años o toda una vida de gran tristeza y desolación. Sin embargo, tú lograste que comprendiéramos, a través de tu inmenso corazón, que la vida no termina, sino que se transforma, y enarbolaste con tu propio ejemplo, lo que algún día, cantó el juglar Farrokh Bulsara: “The Show Must Go On”.

Irene Raymondi Gutiérrez, rejuveneciste tanto, que tu avatar debía actualizarse. Siempre estaremos contigo y tú con nosotros.

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