No hay revolución

06 Febrero 2014

Yo no quiero revolución. Quiero refundación. Un incendio desde las raíces para que todo vuelva a renacer, una reforestación. Pero claro, estas palabras son fuertes para un revolucionario. En la medida de lo posible los cambios estarán, creen...

Eltor Ortega >
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No ganamos nada con la revolución esa, que todos proclaman con cánticos y pasos marchantes por las calles.

¿Es eso revolución?, tal vez. No lo sé. No sé si haya revolución cada vez que alguien usa un hashtag para encauzar su descontento ni menos cuando una lucha social es Trending Topic. Tampoco creo en la revolución cuando un grito de vez en cuando, junto a un montón de gente, reclama contra el mundo y su injusticia.

Que el modelo no sirve. Que el sistema nos tiene hartos y repletos de autómatas sin consciencia. Está cerca Lollapalooza. Tarjetas que se deslizan y eyaculan números con un signo peso de apellido. Caen billetes y monedas manoseadas por decenas, todo por la entrada a tal magno evento.

El modelo si funciona. Está rebosante de vitalidad.

La revolución del universitario, para mí, la revolución del patrón. Y aquí caigo en extremismos y, si se quiere etiquetar, quepo en el ultrismo. Revolución, anótenme cuando incluya al no universitario, al empleado que tendrá que trabajar para aquel con años de estudio, esos años de estudio que mágicamente se transforman en un aura magnificente.

Incluyan a la señora que hace aseo en las calles a sol y sombra y hablamos de revolución, claro, si tienes tiempo mientras juntas plata para tu iPhone.

Esta revolución es más bien una dictadura: una revolución a la fuerza. Vamos, no eres estudiante; no tienes futuro, no podrás ser parte de estos cambios que un puñado de iluminados lograrán. ¿Estás contra de la revolución?, eres un ignorante. No tienes los estudios. ¿Eres flaite?, esta revolución tampoco es para ti, maleducado, nunca llegarás a la universidad, junto a nosotros, los revolucionarios.

Yo no quiero revolución. Quiero refundación. Un incendio desde las raíces para que todo vuelva a renacer, una reforestación. Pero claro, estas palabras son fuertes para un revolucionario. En la medida de lo posible los cambios estarán, creen.

Casi no voy a marchas (a menos que sea algo realmente importante) y no lo hago porque es un sinsentido hacerlo. Caminar a paso cansino y con muchos carteles y gritos. Con el pecho henchido y el orgullo a flor de piel, cosa que aumenta cuando la gente sube las fotos que sacaron durante la marcha en Facebook. Todo eso me parece tonto.

Yo quemaría bancos y servicios del retail. Pero eso no será bien visto y no creo que me atreva a hacerlo, por cobarde. El sistema está dentro de mi, en mis venas: se mueve entre glóbulos rojos y plaquetas y así con todos; aunque se sientan outsiders.

El sistema - que tanto se odia - es una gran máquina. Un androide que sólo tiene un diez por ciento de humanidad, el noventa por ciento restante son tuercas y ensamblaje: nosotros, revolucionarios y gente normal. Gente que va a peñas a trillar a Violeta Parra y a emular a Víctor Jara. Todos, todos juntos como hermanos somos parte de una máquina.

No sé si haya revolución. Por lo menos de mi parte recomendaría hacer explotar esas universidades creadoras de prestigio y estatus, y así todos seremos iguales. Pero no lo hagan, soy un mal ejemplo. Elucubro ideas que ni siquiera yo concretaría, no soy un revolucionario y soy joven, soy una contradicción biológica.