Y verás como quieren en Chile…

Y verás como quieren en Chile…

15 Junio 2020

Actualmente hay más de 3.000 ciudadanos/as latinoamericanos/as varados/as en nuestro país, esperando desesperadamente retornar al suyo.

Pablo Rojas >
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Por Pablo Rojas Varas.

Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Promigrantes en Chile.

La pandemia mundial provocada por la propagación del COVID-19 ha evidenciado una batalla mundial, aunque ciertamente el “enemigo“no es el virus. La cuestión es mucho más simple y, a la vez, más terrible: la humanidad lucha contra si misma y el COVID-19 no sólo lo evidencia, sino que acrecienta su impacto. Entre muchos ejemplos, podemos verlo entre estados que no se colaboran y más bien compiten entre si; con serias limitaciones a las libertades de millones de personas; con personas pobres que se empobrecen aun más y personas súper ricas que se hacen más ricas con la pandemia.

En este contexto, millones de personas se han visto afectadas por el cierre de las fronteras, no pudiendo regresar a sus países, debiendo dormir en la calle, fuera de embajadas y sin comer en días. Si para la mayoría de nosotros/as estar confinados/as en nuestras casas ha sido una situación muy compleja, imagínese para estas personas. Ha sido el caso de miles de chilenas/os en el extranjero, pero también de miles de ciudadanos/as de otros países en Chile.

Siendo comprensibles las restricciones de movimiento en el contexto pandémico, lo que no resulta tan comprensible es que los estados no hayan generado condiciones sanitarias y humanitarias para esas millones de personas, cuestión que aun ocurre y que ya no puede ser justificada como producto de la emergencia. Chile es un ejemplo de eso.

Actualmente hay más de 3.000 ciudadanos/as latinoamericanos/as varados/as en nuestro país, esperando desesperadamente retornar al suyo. Tanto las medidas de cada uno de esos países, como el retraso de gestiones diplomáticas han llevado a que, ya comenzando el invierno, estas miles de personas continúen pernoctando fuera de sedes diplomáticas, albergadas en establecimientos educacionales, sedes vecinales mientras otras, de plano, a la intemperie en playas u otros espacios públicos. Este es el ya emblemático caso de Antofagasta.

Luego de las dificultades para albergar hace ya más de un mes a ciudadanas/os de Bolivia y Perú, quienes debieron protestar para lograr un techo, y que luego de sus respectivas cuarentenas preventivas ya retornaron a sus países, ahora tenemos el caso de más de 60 nacionales de Perú que fueron “derivados“ a un campamento ¡por la Gobernación! y el de casi 100 colombianos/as –entre los cuales hay dos mujeres a punto de dar a luz, personas de tercera edad y con enfermedades crónicas-, quienes luego de acampar fuera de su consulado y a falta de una respuesta estatal, fueron derivados a una sede vecinal luego de gestiones del cónsul y particulares. O sea el estado, representado en este caso por el Jefe de Zona, General Aguirre, el Intendente Edgar Blanco, la Gobernadora Katherine López e incluso la autoridad sanitaria, Seremi de Salud Rossana Díaz, ha mostrado una falta total de responsabilidad por la salud pública, así como de solidaridad y respeto mínimo por la dignidad y derechos de estas personas.

Si lo anterior ya resulta intolerable,  a eso se suma la decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores de hacer uso del  Decreto Supremo N°5744 del 16 de octubre de 2018, con el fin de repatriar a colombiana/os varados, embarcándolos en vuelos que van en busca de chilenas/os en el extranjero. El problema es que estos llamados “vuelos humanitarios“ tienen como contraparte una cláusula que indica “que libre y voluntariamente el solicitante y los miembros de su grupo familiar mayores de 18 años se comprometan a no regresar a Chile por un plazo de 9 años desde su salida del territorio nacional como beneficiarios del Plan Humanitario de Regreso Ordenado al país de Origen“[1], constituyendo en la práctica una expulsión velada “vestida de humanitaria“,  y que desde 2018 ya se ha utilizado en casi 1.400 casos, principalmente con personas de Haití y Colombia, mayoritariamente de piel negra y rasgos indígenas, siendo además una medida que ha sido denunciada como racista por diversas organizaciones.

Esta medida vulneratoria denominada humanitaria es justificada por las autoridades, argumentando que dado que el costo del viaje lo asume el Estado de Chile, está en condiciones de poner limitaciones como la mencionada, la que por cierto vulnera una serie de derechos, entre ellos el derecho a la libertad personal y seguridad individual, consagrado constitucionalmente. Por este motivo se presentó un Recurso de Amparo ante la Corte de Apelaciones de Santiago, la que lo acogió y lo resolverá este lunes 15 de junio. En respuesta a ese recurso, el Ministerio de Relaciones Exteriores, tal cual política de zanahoria y garrote, decidió suspender indefinidamente su denominado programa de retorno humanitario. En consecuencia, si las personas en su urgencia y desesperación no asumen “voluntariamente“ no volver en 9 años al país, no hay avión.

Todo lo anterior da muestras, por una parte, de lo abiertamente NO HUMANITARIO de la acción gubernamental, mientras por otra, de que tal como ocurre en salud, educación, pensiones o vivienda, para el Estado de Chile en general y este gobierno en particular, los derechos se han convertido en objeto de transacción económica, desnaturalizando su sentido de garantías básicas de igualdad, dignidad y bienestar para las personas que habitan o se encuentran en un estado, POR EL SOLO HECHO DE SER PERSONAS; de ahí su carácter universal, de ahí su condición de Derecho HUMANO. En consecuencia, las personas quedan a la deriva y, en Antofagasta, sin siquiera un albergue en condiciones de habitabilidad y sanitarias mínimas, gracias a la negligencia gubernamental.

Finalmente es relevante rescatar la humanidad en las palabras de una de las afectadas, quien ya inició su trabajo de parto. Como comentó a un medio local en relación al racismo y xenofobia que les ha afectado, “siento esto igual de doloroso que la pandemia (…) Esas han sido de las cosas que me han dolido más”. Sin embargo, la humanidad tiene de luces y sombras, de muerte y vida. Así, en relación al nacimiento de su bebé, la mujer ha dicho: “Esto es algo muy bonito. Mi familia. Aun con todo esto que estamos pasando, con tantas situaciones adversas que me hacen preguntarme qué hice tan mal, llega esto. Siempre anhelé este momento”.

Todo esto nos hace recordar ese vals de Chito Faró que dice “y verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero“; aunque en este caso podría cantarse: y verás como no protegen en Chile al niño aunque nazca chileno…“


[1] Ministerio Relaciones Exteriores, en respuesta a Corte de Apelaciones de Santiago, en base a Recurso de Amparo presentado a favor de 26 nacionales de Colombia.