La actual propuesta del Gobierno para la modificación del Sistema Electoral Binominal no sólo dista de ser ambiciosa, sino que también expone la falta de compromiso real con la democratización del parlamento. Recordemos que dicha reforma es parte de un compromiso de campaña que tomó la Presidenta Bachelet con el Partido Comunista en la segunda vuelta presidencial. Expresión de este acuerdo fue la creación de la Comisión Boeninger que le encomendó la Primera Mandataria al ex Ministro de Estado Edgardo Boeninger. Los resultados de dicha comisión que estudió por meses el cambio al Binominal, fueron devastadores para los parlamentarios. Hace un año me comentó el diputado independiente Álvaro Escobar el escándalo que significó la presentación de las conclusiones de dicha comisión ante sus colegas diputados. [6] En la oportunidad Edgardo Boeninger no pudo terminar la presentación ya que los parlamentarios se intranquilizaron demasiado con las excesivas reformas que concluyó el organismo asesor presidencial. Constatar la falta de voluntad por modificar el sistema electoral por parte de sus propios colegas, fue una las razones que llevó al diputado Escobar a renunciar a la Concertación y mantenerse como independiente.

Y es que la Comisión Boeninger cometió un pecado capital a los ojos de los parlamentarios: proponía la modificación de los distritos y circunscripciones, con lo que se desdibujaba la votación territorial con la que había salido electo cada diputado y senador. Esto obligaría a los parlamentarios a conquistar votantes desconocidos.

En cualquier momento se votará en el Senado la modificación al Sistema Electoral Binominal. Hoy la propuesta del Gobierno ha llegado a un punto medio: otorga una participación a las minorías y no modifica los actuales distritos y circunscripciones. La propuesta del Gobierno promete el aumento del número de parlamentarios para incluir a los sectores políticos que obtengan más de un 5% de los votos a nivel nacional, puedan acceder de 3 a 5 escaños. De ser aprobada dicha reforma no constituye el cambio de la lógica binominal, sino que agrega un apéndice del parlamento -20 diputados nuevos- que serían electos bajo una lógica proporcional. En pocas palabras dicha reforma no es lo que la Concertación le prometió al país y por el contrario sólo representa la intención de dar una “migaja” a sectores como Chile Primero y el Partido Comunista.

Sin duda es necesario revisar la reforma. Como aporte al debate esbozo la propuesta de Chile Primero [7]. Aprobar una reforma que respete 3 principios básicos: siga expresando las mayorías y a la vez permita el ingreso de minorías relevantes; libere a las coaliciones de la competencia interna en su lista; y favorezca la visión política del parlamentario por sobre el rol asistencialista social al cual se encuentra atado hoy (defecto de los distritos pequeños). En ese sentido la reforma debería contener la creación de distritos y circunscripciones grandes, que en el caso de los diputados se exprese en 25 distritos con la elección de 5 diputados cada uno. Y en el caso de los senadores se exprese en la creación de 10 distritos grandes con la elección de 5 senadores cada uno. Dicha formula no significaría el aumento excesivo en el número de parlamentarios.