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La ComicCon es todo un espectáculo. Me gusta ir y encontrar a gente tan diversa y tan similar a la vez. Mirar por esos pasajes extraños de mundos diversos que conviven en el unísono del mundo de los Fans.

Los mismos fanáticos cuyo mundo explicó el maestro Henry Jenkins [9] en su libro Fans, blogueros y videojuegos [10] (pésima traducción de gamers por la editorial) y que yo intento compartir con mis estudiantes en clases. [11]

Esos fanáticos que van disfrazados y cuyo mundo es único e irrepetible. Sí, la ComicCon es un espectáculo pero de arte postmoderno, de esos que no te puedes perder, por eso, ahí estuve enredándome entre los personajes de las series que miré cuando niño, acompañando el camino de los héroes de antaño que se mezclaban con los modernos. Estuve ahí caminando entre gigantes.

No es coincidencia que me haya perdido entre mundos paralelos al intentar llegar a la Estación Mapocho. No es casualidad que al entrar haya sido abducido por un sinfín de colores, olores y formas que me transportaron al universo en el que quería estar: el de la ComicCon 2013.

Decir que estuvo especialmente notable, muchas veces es un lugar común, decir que prácticamente el único inconveniente fue que muchos se agolparon en la entrada y todos querían ser parte, es la realidad y eso ya lo sabemos.

Lo que siempre llama más atención son siempre los disfraces de los fans, por eso les dejo una selección.

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